Te deseo primero que ames, y que también seas amado, y que, de no ser así, seas breve en olvidar y no guardes rencor.
Te deseo también que tengas amigos, aunque sean imprudentes, pero que sean valientes y fieles, y que al menos puedas confiar en uno.
Y porque la vida es así, también te deseo enemigos, para que te cuestiones tus propias certezas, y que al menos uno sea justo para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo que seas útil, más no imprescindible, y que en los malos momentos, cuando no quede nada más, esa utilidad sea suficiente para mantenerte erguido.
Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que de esa forma sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no madures muy deprisa, y que ya maduro, no pretendas rejuvenecer, y que siendo viejo no desesperes, porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejarlos fluir.
Te deseo también que alguna vez estés triste, así descubrirás que la risa ocasional es buena, que la risa frecuente es vacua y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras que existen, y que te rodean, seres oprimidos e infelices tratados injustamente.
Te deseo que acaricies un perro, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero alzar triunfante su canto matinal, porque por tan poco te sentirás feliz.
Deseo también que plantes una semilla, y la veas crecer, para que descubras la grandeza de la vida en un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero, y que al menos una vez al año lo mires y digas: “Esto es mío”
Sólo para que tengas claro quién es el dueño de quién.
Te deseo que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, y que cuando os sintáis exhaustos, dialoguéis con amor para comenzar de nuevo.
Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo nada más que desearte.
Víctor Hugo
(26/02/1802-París, 22/05/1885)
Poeta, dramaturgo, novelista romántico, considerado uno de los más importantes en lengua francesa. También fue un político e intelectual comprometido e influyente en la historia de su país y de la literatura del siglo XIX. Algunas obras: Odas y baladas, Las hojas de otoño, Las contemplaciones, Los castigos, La leyenda de los siglos, Nuestra Señora de París, Los miserables. Asistieron más de dos millones de personas a la inhumación de sus restos en el Panteón de los ilustres .